domingo, noviembre 19, 2006

EL TÍO DE PAQUETE FRANCÉS

La historia que nos une a este personaje es muy difícil de resumir en tan pocas líneas, pero he sido el elegido para llevar a cabo esta ardua labor.
A modo de cuento, esta historia podría comenzar con Había una vez...

Un viajero solitario de origen frances que David, Lore, Noelia y el que se encuentra al frente de este relato, nos encontramos en nuestro maravilloso viaje el verano de 2006 por los paises nórdicos. El primer encuentro con él se produjo en una solitaria parada de autobús, en un pequeño pueblo noruego (Fjaerland) donde fuimos a parar en busca de un bello glaciar la mañana del 19 de Agosto. Allí tuvimos que esperar durante dos horas y media el único autobus que pasaba por aquel recóndito paraje, y que nos llevaría a nuestro albergue aquella noche. A pesar de que aprovechamos para saciar el apetito con una magnífico menú formado por bocadillo de chorizo típical spanish, el aburrimiento se comenzó apoderar de nosotros y David y yo, a modo de entretenimiento, nos dedicamos a arrojar piedras al otro lado de un río para ver quién llegaba más lejos. La fortuna quiso que yo, en un lanzamiento al estilo molinete cósmico (VER CÓDIGO MORSA), al arrojar una piedra de tamaño considerable, no matara a nuestro amigo francés y se salvara gracias a que se encontraba oculto debajo de una marquesina milagrosa. Desde aquel momento y con gran influencia del CSI, todos comenzamos a elucubrar qué habríamos hecho con su cuerpo si como hubiera sido lo más probable, la piedra le hubiera golpeado y se hubiese quedado seco en aquel lugar.

Todo quedaría en simple anecdota, si como ocurrió aquel día, nuestro amigo hubiera cogido ese autobus con dirección a quién sabe donde, y no lo hubieramos vuelto a ver.

Sin embargo, y a pesar de que se bajó en una parada distinta a la nuestra, al día siguiente nos lo volvimos a encontrar en otro autobús (importante destacar que allí vivimos la unión de dos de nuestro freakis favorito: el mencionado Tío de Paquete y el Primo de Chiquito). Nuestra sonrisa al volver a verlo fue importante, pero la tristeza pronto se apoderó de nosotros, cuando descubrimos que su trayecto se separaba del nuestro, ya que se dirigía a un destino muy lejano del nuestro.

Tras coger tres autobuses diferentes y dos ferries, llegamos por la noche a Stryn donde teníamos pensado pasar la noche. A la mañana siguiente y siguiendo nuestro plan propio de Willy Fogg, nos levantamos corriendo a desayunar ya que teníamos que coger un tren con dirección a Trondheim, y allí frente a nosotros y aunque ninguno nos lo creíamos, se encontraba él. Nadie se explicaba cómo podía ser que se encontrara allí si su ruta no tenía nada que ver con la nuestra... Desayunamos y raudos y veloces, nos encaminamos a la estación de tren por el único cámino que había, y al llegar... otra vez él. Cómo podía haberlo hecho si salimos antes que él y fuimos por el único camino que había. ¿Sería casualidad o nos seguía? No hubo más remedio que entablar conversación con él, y gracias a nuestra traductora particular descubrimos qué aunque su camino era similar al nuestro, pero con dos días de adelanto, por lo que ese iba a ser nuestro último encuentro con él. AU REVOIR JEAN LOUIS (por similitud de nombre con el verdadero tío de Paquete)!!!

Todos pensamos qué era una historia para contárselo a todo el mundo cuando volviéramos. Pero esto no había hecho más que comenzar. Tras pasar dos días visitanto diferentes pueblos de Noruega, la mañana del 23 de Agosto cogimos un ferry en Bodo con dirección a las esperadas y exóticas Islas Lofoten. Ninguno éramos realmente conscientes de lo que nos podíamos encontrar allí, y después de haberlo vivido, puedo asegurar que no nos imaginábamos ni la mitad de cosas que nos ocurrieron.
Nuestra desembarco en las islas se produjo en Moskenes, y desde allí nos dirigimos al pueblo más bonito de las islas (o así, al menos nos indicaban nuestras guías) Reine. El pueblo era espectacular pero más espectacular fue nuestro nuevo encuentro con Jean Louis. Allí estaba él con la misma ropa de siempre, su chaleco de aventurero y sus bastones de montañero. Ese momento se merecía la tan esperada foto con nuestro héroe:

Allí nos explicó cómo había alquilado una barca para ir a ver un pequeño fiordo y poder hacer fotos con su inseparable cámara analógica. Durante nuestra estancia en las islas, descubrimos que también era nuestro vecino de habitación en aquel albergue-museo sin llaves en las puertas, dirigido por el Pozi de Lofoten (proximamente en Frekytown).

Tras pasar la noche en aquel curioso lugar y tras visitar una preciosa playa de arena blanca en Ramberg, nos dirigimos a Svolvaer, nuestra vía de salida de las islas. Al llegar y después de la típica visita a la Oficina de Turismo, nos encaminamos a nuestro lugar de descanso. Tras una ducha recuperadora y un pequeño refrigerio, fuimos a visitar lo poco interesante que había allí. Lo único destacable era un Bar de hielo y los barcos que se encontraban en el puerto. Cuando nos decidimos a entrar en el comentado bar, vimos cómo un inmenso crucero se decidía a partir del estrecho puerto. Esta maniobra se mereció nuestra atención, e imitando a todos los allí presentes que se despedían de sus familiares, comenzamos a saludar a todos los que se hallaban en la cubierta del barco. Y ahí es donde nuestra historia pasó de ser algo curioso y gracioso, a una de las mejores historia que cualquiera que nos encontrábamos allí viviremos probablemente en nuestras vidas. Gracias a mi aguda vista, comencé a distinguir a alguien especialmente familiar en lo más alto del barco. No podía ser. Todo era fruto de mi imaginación. ¿Estaría delirando debido a la falta de alimentos? ¿Serían las drogas no probadas?. No, era real. Era él. EL TÍO FRANCÉS DE PAQUETE. Desde allí arriba nos miraba y se reía de nosotros. Nos había ganado. Nosotros nos creíamos Willie Fogg, pero él era áquel zorro que le brillaba el diente, y que siempre se le adelantaba. Nos volveremos a ver. AU REVOIR AMIGO!!!!